Maynor Freyre - Textos Libros
Par de Sátrapas - [ Libro - Parte 3 ]

Par de sátrapas   [ Lectura completa ]


1era. División | 2da. División | 3era. División

XXI

Los dos sátrapas se reunieron en secreto. El Ingeniero aparentó irse a pescar a un lugar apartado para apartarse de cámaras y micrófonos indiscretos. Antes se cambió toda la ropa, hasta se calzó zapatillas. Nunca hab´a llegado a picar el más m´nimo pez en sus anzuelos, pero era uno de sus simulacros tratando de dárselas de japonés. Para el Doc no le fue nada dif´cil, porque siempre ten´a misiones secretas para recolectar cupos de los traficantes de estupefacientes o de armas. El general Renato sab´a bien de eso, porque hab´a involucrado a parte de las fuerzas militares y policiales en esas "recaudaciones".

Oiga, Ingeniero ­sólo lo llamaba señor presidente en público--, le dijo el asesor, el panzoncito está cada vez está más exigente y metepatas. Ya le he dicho que tenemos que sacárnoslo de en medio. Los siete años en la Presidencia del Comando Conjunto lo han llevado a declararse vencedor de una guerra que perdimos contra los monos por su ambicia de querer medrar en exceso con las armas adquiridas: hemos comprado pura chatarra (trataba de limpiarse el muy cazurro, pero los dos sab´an la verdad). Y ahora pretende endilgarse la liberación de los rehenes de la Residencia del Embajador de Japón. Estoy enterado de que pretende sacar otra vez los tanques, como en el 92, para poner en su lugar al pelotudo de Cagogna. Dice que usted ya quiere mandar sobre todos. ¿Y acaso como Presidente de la República elegido por el pueblo no es el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas?

¡Claro! Yo soy el que manda aqu´ y todos deben obedecer mis órdenes. Ya aprend´ bien las cosas al librarme de la mojigata de mi mujer. Y dicho sea de paso, gracias a sus doctas lecciones, eso lo debo reconocer hidalgamente, Doctorcito. Porque usted se las sabe todas y tiene cada contacto que bien los quisiera hasta el Papa.

Mire, Ingeniero, prosiguió el Doc, ya todo está bien armadito. Muchos de mi promo ascienden a generales, unos de dos y otros de tres estrellas. Este año les toca. Dos ya están comandando regiones, una de ellas la blindada. As´ que el tiro le va a salir por la culata. Adelantamos un poquito el cambio de los miembros del Comando Conjunto y se acabó. A los de la Aérea y de la Armada ya los tengo controlados, pues ellos son los que han estado exportando nuestra "mercanc´a" al exterior. Solo necesito un titular en la cartera de econom´a dispuesto a mostrar la mano un poco más suelta para poder seguir teniendo a nuestro favor al Ministerio Público, al Poder Judicial y a los dueños del los medios de prensa. Incluso hay algunos dispuestos a vendernos sus estaciones de TV, sus diarios, sus emisoras. Ya la gente ha dejado de tragarse las noticias que les endilgamos por los periódicos chichas. Usted bien sabe cómo es el peruano, angurriento: más le das, más te pide. No hay como tener las cosas propias, pero eso s´, el Estado no debe aparecer para nada. Recuerde lo que le pasó al tontonete de Velasco: ¡chocar con la oligarqu´a! Y al Caballazo, quien pretendió quitarle lo mejor de la torta a los ricachones: ¡la banca financiera!

No, replicó el Ingeniero Presidente, si yo mismo tengo que reconocerlo, usted es un genio. Si hasta hizo dudar de que la Polic´a capturara al l´der de Sendero, Muchos siguen creyendo que as´ fue. Pero es bueno mantener en acción a algunos grupitos, para mantener fondos para el 2000. Porque eso s´, tenemos que quedarnos en el poder caiga quien caiga, y aqu´ no hay derechos humanos ni nada de esas tonter´as que valgan. Tenemos que quedarnos, por lo menos, hasta el 2025. Ah, le cuento, la Kei ya se me casa con un americano, para que los gringos no piteen como tren de sierra. Usted también vaya viendo quién lo sucede. Bien sabe que no somos eternos.

XXII

Apenas pisó tierra yanqui, Kei se dio cuenta que los gringos aceptaban a los ponjas si hablaban su idioma, porque la recibieron en ese idioma, pero al ver que era peruana y que no sab´a ni jota de japonés, la arrocharon. Ella que siempre se avergonzara cuando sus abuelos hablaban en japonés y con su hermanos se mataban de risa por lo bajo. ¡Ni sus padres sab´an más que una que otra palabra en el idioma materno! En el colegio nacional donde la obligó a estudiar su madre le cantaban esa polquita criolla tan jodida: "Como puriendo japonés porfiao / siempre variente para trabajao. / Le vaya bien, le vaya mal / el japonés siempre está igual. /Le vaya mal, le vaya bien, el japonés sigue su tren."

Su inglés era chorreado. Tuvo que meterse a estudiar el idioma anglosajón. Y se acordó del consejo de su tutor, del que consideraba su padre putativo, el Doc, gracias al cual estaba aqu´, en Harvard, y no en la UNI: júntate con los americanos, evita a todos los latinos, para luego decirle al o´do: cásate con un gringo, as´ le apesten las pezuñas, perdona niña la franqueza, yo sé cómo son, porque he trabajado con ellos en la CIA, ellos me enseñaron todas las cositas que conozco y que tanto bien le están haciendo al Gobierno de tu querid´simo padre.

Como buena japonesa porfiada se convirtió en una chancona, por más que a veces las cosas no le entraban fácil. Pero era inteligente y fr´a, como su papi. Cómo le fastidiaba recordar los consejos tontos de su madre y abuelos. Este siglo que entraba era otro, de los osados, de los aviesos, de los audaces. Nada de que el que estudia triunfa; hab´a que estudiar, sin dejar de peleársela a codazos, sacando manteca, como jugaban de chicos, cuando eran medio pobres.

Hab´a viajado en primera y estaba en una universidad de primera, de las primeras en el mundo, de donde sal´an ganadores del Premio Novel y los mandamases de los pa´ses del Tercer Mundo, en especial los latinoamericanos, o terminaban trabajando para los grandes organismos internacionales mantenidos por los Estados Unidos, y manejados por su gente. Salvo casos excepcionales, como la UNESCO en algunas etapas.

Más feliz no puedo estar, se dec´a a s´ misma, y con la cuentaza que manejo no terminará en caer un gringuito. Entonces seré estadounidense y peruana. ¿Acaso no ha habido ministros con la doble nacionalidad? El mismo Escribidor, para salvarse de la persecución de mi padre, que nunca le perdonó el maltrato recibido cuando fue su opositor a la candidatura presidencial, se nacionalizó español; nada cojudo.

Ni de a vainas deseaba retornar al Perú hasta acabar su carrera y hacerse de una maestr´a y un doctorado. Pero a su padre se le antojó convertirla en la "Primera Dama del Gobierno peruano". Y volvió. Antes se casó en secreto. La gente se le hab´a puesto brava al viejo y al Doc le sacaban cosas sucias en cara. ¡Mentira! Tan bueno como era, la hab´a convertido en otra persona, no en la que quer´a su madre, pobrecita, tan loca como estaba. Regresó al Perú para comenzar su carrera pol´tica. Ahora s´ cre´a en lo de la dinast´a.

XXIII

Oye, cuñao, creo que el hombre ya está recontra cruzadazo. Es un sádico de mierda, le comentaba el técnico Chávez del Grupo Montaña a un colega, su pataza; ahora le hace filmar al comandante no sólo los suplicios contra las terrucas, sino el otro d´a escuché cómo le ordenaba al mayor para que nosotros les dijéramos que las ´bamos a dejar libres siempre y cuando se nos entregaran con amor, y as´ lo hizo el otro d´a Pechoelata.

Ése no cree en nadie socio, le contestó Quispe, le dices que haga cualquier cosa, lo peor de lo peor, y lo hace sin arrepentirse. Pechito es tan sádico como el Capdoc, aunque éste es sadicazo, se le ocurre cada idea. Algunos dicen que los gringos le enseñaron esas cosas la vez que lo mandaron a entrenarse a Panamá. Cuando era subteniente cuentan que a los cadetes a su cargo los hizo criar un perrito, lanudito, lindo. Esto desde cachimbos. Cuando ya estaban por recibirse, en el último año, al que más se hab´a encariñado con el animalito que hasta le permit´a llevárselo en prueba de campaña, le lanzó un cuchillo de esos curvos y le mandó: ¡máteme ese perro, carajo! Dicen que el huón se quedó tieso. Como estaba a la vanguardia volteó para mirar a sus compañeros, como preguntando ¿qué chucha hago? Es una orden, gritó el entonces alférez. As´ que al muchacho no le quedó otra cosa que darle vuelta al perrito que lo hab´a acompañado durante cinco años y que el mismo teniente le hab´a regalado. Pero no vayas a creer que ah´ no más quedó el asunto. Le hizo abrirle el pecho y comerse el corazón, darle el h´gado para que se lo tragase el que iba a su tras, y as´ a cada uno le daba su partecita cruda no más. Piense que es el corazón de su hermano más querido, de su padre, de su madre si es posible. Para enfrentar a la subversión no hay que tener miramientos. Todos son posibles enemigos.

As´ mismito le hizo Pechoelata, contaba Chávez, a una terruca. Ella le creyó eso de su libertad, pues el pendejo, instruido como estaba, le mostró un llaverazo que le iba a abrir las puertas de la calle. En efecto, as´ fue. Entonces se la llevó a un jato por Huachipa, bien escondido entre unas chacras. All´ le quitó las marrocas y se desnudaron, pero ella vio que él ten´a un puñal debajo de sus calzoncillos. No te asustes, le dijo, es por seguridad, nada más. Ustedes son más sabidas y saben pelear. Ahora me pagas con amor y buenas noches los pastores. La jerma temblaba, cuñao, nosotros estábamos luqueando por unos huequitos al otro lado de la pared y como Pecho hab´a prendido una lámpara Cóleman nos ganamos todito. Hasta por atrás se dejó dar la cholita, con tal de salir libre, pensar´a. Y ah´ es cuando el maldito le empezó a abrir el cuerpo desde la raya del ano hasta el cogote, después la volteó, todav´a estaba viva la mujer a la que hab´a tapado la boca, y le cortó los senos y se los fue comiendo como si fueran unas ricas frutas. A nosotros se nos sal´a el gato, pero no pod´amos irnos de buitre porque el mayor estaba atrás de nosotros y el comandante ese de bigotes por un tragaluz del techo lo estaba filmando todo para que lo viera su jefe, el Doc.

XXIV

Recurrió a las anfetaminas. Porque en momentos que agarraba un sueñito, las pesadillas eran tales que tem´a enfermarse del corazón. Se despertaba en medio de terribles palpitaciones y las imágenes de lo soñado permanec´an a su lado en forma permanente. Por eso prefer´a no dormir ya nada y hacerse filmar las pesadillas viéndolas filmadas desde la vida real, y él, como un semidiós, era el que constru´a esas terribles aberraciones. No necesitaba de psicoanálisis freudianos para reconstruir sus escenas pesadillezcas. Sólo que en este caso él era el gran director, el Fellini reconstruyéndolas ad infin´tum. Era otra de las razones por las que no quer´a que se finiquitarán las guerrillas, aparte de la principal: la económica.

Pose´a un televisor de 42 pulgadas de pantalla plana, del cual las escenas parec´an saltar hacia su ser: tétricas escenas que ni Hitchcock hubiera podido idear. Lo importante es que en sus obras nadie se salvaba, ni él mismo. El vicio del sadismo se le hab´a introducido tan profundamente que era capaz de dejar plantada a la mujer de la cual estaba enamorado hasta el paroxismo. Por eso le hab´a fijado un horario en el elegante departamento donde viv´a, obsequio de él, para no tener que llevarla al búnker como a las otras. Mejores hembras hab´an pasado últimamente por sus manos, pero de ésta estaba prendado sin salvación. Era su querida de asiento. Mismo generalote. Aunque él se sab´a por encima de todos los grados, por encima incluso de ese idiota del japonés presidente, del que se serv´a para disfrutar del poder total y de una fortuna incontable. Claro que eran almas gemelas en eso de agradarles hacer el mal, en la artera traición, en la mentira infame, en el deseo de corromperlo todo. ¡Par de manzanas podridas!

XXV

Todo se confidenciaban entre ellos. Era un acuerdo tácito. Menos lo del insomnio y lo de las pesadillas. El Ingeniero prosegu´a padeciéndolas cada vez más seguidas. Hasta en las pequeñas siestas lo acosaban. El psiquiatra del clan le recomendó sexo, mucho sexo. Se hac´a llevar "geishas" del mundillo de la televisión peruana por las periodistas que lo serv´an y con las cuales hab´a aparecido haciéndole cargamontón en su cama por idea de Charli y sus amigotes, cuando en la realidad eran sólo sus celestinas, las que le proporcionaban los cuerazos. De Suecia le trajeron el Carbonet, mejor que el Viagra. Se trataba de un l´quido que se inyectaba en el pene y éste se erectaba por tiempo indeterminado. Y su ex mujer que lo cre´a impotente. ¡Las huiflas!, se le salió la vieja expresión del colegio fiscal barrioaltino.

Justo empezó a cabecear en su sillón giratorio situado frente a su escritorio, y la figura de Renato Hermoso surgió como su profesor de premilitar en el colegio nacional donde estudiara. Le estaba haciendo bajar el pantalón delante de todo el alumnado después de haberle ordenado ponerse en posición de ángulo recto y embadurnando de grasa de carro el palo blanco de uso del brigadier de la clase, se lo introduc´a por el ano hasta el fondo. La vara se iba engrosando al llegar al puño y el dolor era muy intenso. Pero lo más grave es que vio salir la punta por su ojo izquierdo y saltar el globo ocular hasta el suelo dando botes. Hermozo ordenó de inmediato: fila izquierda, un equipo; fila derecha, otro; los de la izquierda quedarse en bibir´, ¡afuera las camisas!

Pateaban sin la menor misericordia su pobre ojo, ¡y cómo le dol´a! Tanto como el ano. Todos se cagaban de risa mientras él empezó a defecar por la cuenca izquierda vac´a, primero churretas pestilentes y luego un enorme mojón que por más que pujaba no terminaba de salir. En eso sonó el timbre de salida y todo el colegio se fue enterando de su situación por demás rid´cula. De repente se despertó y se vio rodeado por sus edecanes, los que hab´an acudido ante sus desesperados gritos. No, no pasa nada, los calmó. Ha sido una maldita pesadilla, otra vez, es el estrés, mucho trabajo. Mañana me voy de pesca.

Señor Presidente, por favor, de parte del Doc ­era el timbre del teléfono el que hab´a sonado­ que no se olvide de firmar la amnist´a para su gente del Grupo Montaña, porque la noticia va a aparecer mañana en todas las primeras planas de nuestros periódicos. Se colocó sus lentes y empezó a buscar su estilográfica. El jefe de los edecanes t´midamente le aconsejó: ¿Por qué no busca en su asiento, señor Presidente? En efecto, all´ estaba el lapicero, metido entre la raya del culo del señor Presidente.

Zaping 2

A los primeros detenidos de Siderperú que enviaron a prisión los sacaron con engaños. Ellos se hac´an defender por abogados distintos al nuestro, el doctor Alfonso Barrantes Lingán, un jurisconsulto de primera. ¡Salen con todo!, fue el llamado y ellos se despidieron alegres: Suerte compañeros, nosotros desde afuera vamos a movernos para que ustedes también salgan en libertad. Pero una vez que firmaron su salida, los volvieron a enmarrocar y fueron a dar con sus huesos a la carceleta del Palacio de Justicia, lugar desde el cual distribuyen a los presos hac´a los diferentes penales.

El más joven de ellos era un dirigente honesto pero intransigente con su manera de pensar, incapaz de llegar a transar con nadie cuando se emperrechinaba en una idea en la que no sol´a tener la razón. Por ello lo motejaron como el Gran Terco. Éste, que era empleado, se metió en un l´o con un preso común y ante las amenazas del delincuente, optó por denunciarlo ­amparado en su condición de detenido pol´tico-- ante los vigilantes del Instituto Nacional Penitenciario (INPE), los que se llevaron al individuo para aislarlo en una celda de alta seguridad: es decir, en solitario y llena de excrecencias y roedores, sin luz que lo alumbre.

Nadie dijo nada, sino más bien aparentaron solidarizarse con el dirigente sindical. Traiga aqu´ sus cosas, causita, le dijo uno con pinta de capazote, que conmigo no le va a pasar nada; eso s´, suéltese un sencillo, le secreteó por lo bajo. El dirigente llevaba dos maletines, desobedeciendo la consigna de ir con lo más liviano posible siempre dentro de estos ambientes, siguiendo la pauta de su apodo. De repente llamaron a formar filas para subir a los veh´culos portadores de los prisioneros a los respectivos penales adonde se les hab´a asignado. El capazote muy comedido se prestó a llevarle los bultos al dirigente de empleados siderúrgicos. Pero, ¡oh, sorpresa! Una vez que éste atravesó la puerta de salida, dieron la orden de ¡hasta aqu´ no más, el resto queda! Este carro se va para El Sexto.

Una vez afuera de la carceleta, los vigilantes no tienen autoridad sobre los presos, quienes pasan bajo control de la Guardia Republicana. El dirigente empleado gritó, lloró, trinó pero nadie le hizo caso. Solo el jefe de los vigilantes del INPE le explicó sobre aspectos jurisdiccionales.

Ahora viene lo peor. La mafia no se detiene ante nada. Ven para acá, le ordenó el dirigente obrero, y no te muevas de mi lado, que van a terminar por matarte. Disculpen al muchacho, habló el dirigente, está un poco nervioso; yo lo voy a controlar.

Juntos partieron as´ rumbo al penal de Lurigancho. Los demoraron, adrede, al recibirlos y en vez de ser llevados, como correspond´a, al pabellón de los presos pol´ticos, los consignaron en una celda para comunes. Casi no durmieron y tuvieron que pagar custodia al capazote de la cuadra para que no les sucediera ningún percance.

Conocedores los pol´ticos del incidente, procedieron a buscarlos por el inmenso penal. Enterados los vigilantes, amarrados con la mafia, de tal búsqueda, optaron por encerrar a ambos en una celda aislada hasta que sus compañeros pol´ticos los ubicaran. Sólo al llegar a la cuadra, obligaron a ambos a intercambiar ropa con otros presos, quedando todos desarrapados. Pero primero fueron hallados por los compinches del afectado por el soplo del dirigente empleado y empezaron a tirarle latones de miasmas, es decir, lo bañaron en mierda y orines, y al dirigente obrero le reconvinieron: contigo no es t´o, tú eres derecho, apártate. Cuando llegaron los detenidos pol´ticos a rescatarlos, el Gran Terco estaba hecho no sólo un sujeto andrajoso, sino una sopa de caca. La ley del hampa es as´: no perdona a nadie y está coludida con sus custodios.

XXVI

Decidieron sacarse de en medio al general Renato Hermozo, pues éste ya se quer´a atribuir todos los "logros" del Gobierno, opacando al Ingeniero Presidente y a su brillante asesor; esto no era posible. Claro que los tres mosqueteros fueron cuatro, y entonces este par de sátrapas ten´an que ser tres. Pero eso de estar en todas, de pretender opacar algo que sólo ese dueto imbatible hab´a logrado, uno con sus maquiavélicas ideas y el otro con la ejecución de las mismas mediante la impregnación de su firma y rúbrica a los decretos y resoluciones, a través de la conformación de varios movimientos pol´ticos en su apoyo, para que nadie desde la presidencia de un solo partido o desde su secretar´a general intentara hacerle sombra.

¿Acaso no hemos sido nosotros los que hemos logrado atraer, por las buenas o por las malas, al empresariado? ¿Cuántos nuevos ricos no han nacido cobijados en nuestras alas? Y aquellos que no se aven´an a pagar sus cupos ­suerte que usted Doc, conversando con el l´der de la Trocha Encendida, poniéndole su mujercita al lado y hasta acompañándolo a festejar su cumpleaños junto con sus "camaradas", aprendió sus métodos: se les colocaba la "bomba" de la Sunat y se terminaba el pataleo. Y el Mogania Bank avalaba cada paso económico que dábamos porque cumpl´amos al pie de la letra todo lo dictado por el Fondo Monetario Internacional, por el Banco Mundial y todas sus instituciones afines, todas obedeciendo al grupo empresarial de Billderberg, sustentaba el ingeniero, con su razonamiento fr´o y matemático.

Y ahora vamos a acusar a terceros de venderles armas a las FARC en Colombia, intervino sugerente el Doc, porque de esa manera comprometemos a otra gente que al igual que los del Grupo Montaña veremos cómo salen libres después, casi de inmediato. Haremos que los ojos acusadores caigan sobre la figura del general panzón, al que ya hemos aguantado siete años, al principio como un mal ayudante y ahora como un obstáculo en el camino. Cada d´a ans´a un mayor porcentaje; aduce que su mujer se ha enterado de todo y le pide más y más, que sus hijos reclaman también la suya y hasta los suegros, vejetes como están, dice que le exigen que cumpla con habilitarlos para una ancianidad decente. Usted hizo muy bien en deshacerse de su mujercita que se la quer´a dar de muy honradita y yo la tengo bien arrinconada a la m´a porque le he puesto un marchante, un oficial joven, que la tiene con los ojos volteados para atrás.

Bien Doctorcito, entonces, manos a la obra, sentenció el Ingeniero. D´gale a los generales de su promo que van a ser nombrados por el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, que yo mismito soy, en los ministerios de Defensa y del Interior, en la Comandancia General de las Fuerzas Armadas y en las de cada arma, as´ como en las jefaturas regionales y en los cuarteles y bases militares de todo el pa´s. De esta manera ya no será un Gobierno para compartir sino solo nuestro y nadie se opondrá a nuestros designios. Aqu´ tenemos para rato Doc. Y no pararemos hasta sentarnos al lado de Rockefeller.

Ambos se estrecharon las manos sonrientes, aunque al separarse de su cita secreta se alejaran sin darse la espalda; uno nunca pod´a saber de dónde pod´a provenir la puñalada artera.

XXVII

La collera de Charli se las ol´a. Su olfato period´stico sent´a venir la hecatombe. Para ellos esto hab´a sido un disfrutar de viajes, de buenos tragos y exquisitas mujeres y fina "blanca". De sueldos jugosos pero nada más. En realidad les llegaba el resto, como a todo consumidor habitual de coca´na terminaron por insensibilizarse haciéndose los de la vista gorda ante cualquier acontecimiento nefasto. Total, con ellos no era la cosa. Les bastaba con andar de juerga en juerga cambiando de cueritos y ayudar cómo pudieran a sus amigos poetas y escritores para que también les cayera alguito. Hasta les inventaban cachuelos tonificantes. Claro que si los dejaban hacer eso era porque desde arriba sab´an que as´ acallaban voces de protesta, posibles firmas de memoriales en defensa de los derechos humanos o denunciando actos corruptos. Ellos no se ocupaban jamás de comprar la voz de los medios, de hacer crear periódicos chichas para distraer a la opinión pública ni estar mermeleando a otros para comprarles su silencio cómplice. Hab´a otro equipo de mediocres encargado de hacer esos trabajos sucios.

Estaban tomado sus cervecitas en la amplia oficina del director del diario oficial y de un plato de plata con varias pequeñas cucharillas de plata, levantaban la transparente coca´na hasta sus ávidas narices mientras rajaban de cómo en la columna El Ovidio de La República los hab´an tildado como "La Sociedad de los Poetas Vivos" y luego el semanario Caretas hab´a convertido el chismecito en un reportaje más o menos amplio. Ya no les daba tanta risa, porque por más que el Gobierno hubiera colocado en la Presidencia del Consejo de Ministros a un par de distinguidos intelectuales y hasta a un provinciano opositor que les hab´a hecho una cabalgata desde la altura de los Andes hasta Palacio de Gobierno, la cosa se iba desbarrancando. Ellos la ve´an venir. Y se pidieron v´a delivery unos pollitos a la brasa con otra docena de cervecitas bien heladas descartables.

Inspirados en su fuentecita de plata discutieron sobre si permanecer al lado del Ingeniero o quitarse de una vez. El asunto se estaba poniendo cada vez más peliagudo. El Doc, luego del escándalo de las armas, hab´a sido conminado por el Ingeniero Presidente para que hiciera mutis, contaba Charlie, y que el asesor le hab´a dicho que s´, que estaba bien, pero le exig´a 20 millones de dólares para sus pasajes; el Ingeniero consultó con su ministro de Econom´a y éste le prometió 15 millones para el d´a siguiente y entonces el Doc dijo que se iba por mar, que hab´a un yate que lo iba a llevar, ya ten´a todo arregladito y de ah´ se mandaba para una isla del Caribe. Contó que al hombre se le notaba derrotado y que sab´a acababa de perder todo su poder, pero también conoc´a las carencias de su asesorado y le aconsejó que también tomara las de Villadiego. Después de haber visto todo el mundo ese video entregando fajos de dinero a un congresista tránsfuga, no le quedaba otra cosa ¿Sin rencores?, se preguntaron casi al un´sono. En absoluto, dijo el Ingeniero, de ninguna manera, respondió el abogado-militar. Ambos hab´an compartido por más de una década cr´menes, corrupciones, engaños. Hab´an convertido al Perú en una bazofia. Sab´an que el largo brazo de la justicia los iba a atrapar más temprano que tarde. Se dieron las manos manchadas de sangre, aunque lo de hora pareciera sudor. Sentados all´, los periodistas tampoco sab´an nada sobre su futuro, pero, esa misma madrugada, todos firmaron su carta de renuncia. Redactaron un memorial como los de antes, como cuando fung´an de progresistas, de izquierdistas. De estar embarrados, lo estaban hasta el cogote, pero hab´a que intentar limpiarse de alguna manera.

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